EL DOLOR DE YA NO SER

Es lamentable, pero todos los argentinos debemos asumirlo. Los mundiales siguen pasando, y empezamos a acostumbrarnos a ver vueltas olímpicas ajenas, a veinte años sin estar en semifinales y también a conformarnos con excusas más o menos elaboradas.

Que el dóping de Diego en el 94, que el mejor equipo del mundo un año antes de Japón – Corea, que el machete en los penales del arquero alemán en el 2006, y ahora el gol a los dos minutos que nos cambió el partido. Y entonces nos conformamos, y nos queremos creer una realidad que no es cierta.